Hoy día el coronavirus domina cada ámbito de nuestras vidas y debido ello se dicen mil cosas al respecto. Por encima de la tragedia humana y económica que causa, se especula sobre la idea de que más que una enfermedad, parece un premeditado acto de control mundial. Por ello quiero mostrarles algunos datos y argumentos que podrían cambiar su opinión y hacerles recapacitar sobre la oportunidad que tenemos de mejorar bastante de lo que somos tanto como individuos como sociedad.
Las epidemias y pandemias han ocurrido siempre, incluso mucho antes de que existieran laboratorios de biotecnología ultra secretos.
Pero comencemos por el principio. ¿Qué es el Covid-19? Es una enfermedad causada por un agente infeccioso microscópico que causa una variación de la SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) y que se ha propagado por el mundo causando una “Pandemia”, del griego “Pan”y “demos”, que significa que le da a “todo el pueblo”. Y este virus que surgió en China a finales del 2019, es justo lo que hizo y ha matado, al momento de ésta publicación, cerca de 650mil personas. Algo que ya había pasado varias veces anteriormente.
Las epidemias y pandemias han ocurrido siempre, incluso mucho antes de que existieran laboratorios de biotecnología ultra secretos, y aunque habrá quien argumente que a través de la historia se han usado las enfermedades como armas, la causa de éstas comúnmente han sido por razones zoonóticas, es decir que derivan del contacto directo entre los humanos y animales enfermos. Subrayando que “contacto” es una forma elegante de decirlo, pues no se refiere a la convivencia con mascotas, sino que incluye otras menos adorables que van de la alimentación carnívora hasta la zoofilia.
Y solo enfocándonos en los últimos 100 años de esta era moderna podemos destacar las siguientes pandemias:
- La mal llamada “gripe Española” (porque comenzó realmente en EE.U.U entre 1918-1919) que terminó con la vida de 25 millones de personas en menos de un año. Lo curioso es que los científicos especulan que tuvo su origen en China, donde hubo una notable inmunidad.
- La Gripe Asiática de 1957 (de origen Chino) mató a 1 millón de personas mundialmente.
- La Gripe de Hong Kong en 1968 (también de origen Chino) hizo que cerca de 1 millón de personas perdiera la vida, la mitad sólo en esa ciudad y lo hizo en alrededor de 15 días.
- El temido SIDA, producido por el VIH (virus de inmuno-deficiencia humana) descubierto a mediados de los ochenta, se dice surgió del contacto inapropiado con chimpancés y a la fecha ha matado a un estimado de 25 millones, y a penas recientemente se encontró una cura.
- El Virus del Ébola, surgido en 1976, que aunque afortunadamente no ha llegado a ser pandemia y se ha focalizado en áfrica central, tiene una horrible tasa de mortalidad del 50% al 90% de los infectados y se cree también se generó del contacto con animales enfermos, principalmente monos y murciélagos
- El SARS o Síndrome Agudo Respiratorio Severo (¿De donde creen? de China), fue un primer aviso de lo que pasa hoy, ya que se le consideró como neumonía atípica entre 2002 y 2004 infectando “dicen” a poco más de 8 mil personas y se calcula que murió alrededor del 10%.
- La gripe Aviar o H5N1 del 2004-2005, surgida en África, se esparció por el mundo y al parecer aún persiste, aunque su mortalidad en humanos es baja (se estima que solo han muerto menos de 200 personas en el mundo), si mató a 150 millones de aves durante ese año.
- La célebre Gripe A (H1N1) o Porcina del 2009 que adjudican a México pero que nació también en Estados Unidos ha infectado entre – abran ojo-, 700 y 1,400 millones de personas y ha matado alrededor de 285 mil desde su aparición. Se cree es una mutación de una influenza pre-existente, la H1N1.
- Y finalmente, el devastador COVID-19, derivado del SARS y surgido otra vez desde una ciudad en China (Wuhan) es otra “neumonía atípica” que tiene al mundo entero pendiendo de un hilo. El tema con este bendito virus, es que efectivamente pareciera inteligente o diseñado con el propósito de destruir las economías de los países y de pasada reducir la población de gente vulnerable, enferma, pobre o estúpida.
Las teorías conspirativas no faltan y son buenas, ya que este virus cumple con todas las características y requisitos para exponerse como «algo planeado» por un malévolo personaje desde un clandestino y muy estratégico lugar con el único y siempre anhelado propósito de conquistar al mundo. Parece broma, pero es de tal suerte efectivo, que sencillamente, parece que ahora sí, alguien lo logró. Dicen que fueron los chinos (¿quién más? si de ahí surgen), otros que los gringos (americanos), otros que los rusos, otros que varios en alianza, o que ninguno y que fueron las farmacéuticas y los grandes intereses económicos, sobre todo los dueños de las telecomunicaciones que quieren controlarnos, pues se ha llegado al punto de mezclar sus efectos con la entrada de nuevas tecnologías como la 5G. ¿Pero por qué no? Esta pandemia es tan absurdamente demoledora que todo cabe y se ha visto que ataca sin miramientos tanto a países del tercer como el primer mundo. Destruye economías por todos lados y ocasiona ya conflictos políticos y sociales alrededor del orbe.
Si alguien, o algunos, hicieron esto a propósito, habrá que aceptar que son, además de unos genios como nunca se ha visto, los seres más perversos e infalibles jamás conocidos, superando de calle a la suma de todos los villanos de películas palomeras de Hollywood o James Bond. Entonces, si ese fuera el caso, debemos aceptar también que el mundo se merece lo que le pase. Piénsenlo bien. Si fuera real y uno o un puñado de personas pudieron iniciar una guerra mundial manipulando economías, quebrando compañías trasnacionales y asesinando a cientos de miles de hombres y mujeres de todas las razas en cada rincón del mundo, poniendo de rodillas a las potencias económicas y militares sin que éstas tuvieran la oportunidad ni capacidad de prever, aliarse, defenderse o usar sus ejércitos y bombas atómicas, estaríamos en total indefensión. Pero una capacidad así es inconcebible. Superaría todo la lógica y ya estaríamos en terrenos que superan la ciencia ficción, por mucho.
¿Cuál es la probabilidad de que todos, absolutamente todos, fueran ajenos, ignorantes y dramáticamente indefensos ante esta pandemia?
El principal problema de credibilidad que enfrentan las teorías de la conspiración que envuelven al COVID-19 es justamente lo abrumadoramente exitosas que serían. Su tesis implicaría de inmediato que el orden mundial contemporáneo se rige por solo una o un par de personas o por un solo país que domina de manera determinante y absoluta a todas las demás potencias que dejarían de llamarse así y pasarían a ser consideradas solo tímidas comparsas del que manda y ejerce autoridad sobre ellas y que nada, ¡nada!, pueden hacer al respecto. Esto se traduciría en que Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, la Unión Europea en conjunto, o Alemania por separado, India, Israel, Iran, junto con todos los demás que no pintan militarmente… son en realidad, unos pendejos. Pues uno muy superior ordena a todos y todos hacen lo que se les dice. Y si se les ataca, todos se dejan violentar y asumen sus víctimas y bajan la cabeza y miran para otro lado mientras el “patrón” les pasa por encima asesinando a sus pobladores más vulnerables, colapsa sus economías, toma posesión de todos sus recursos, adquiere hostilmente sus empresas más icónicas comprándolas a precio de crisis para desmantelarlas y tomar control de su tecnología y de su producción, etc.
Este escenario es, sin ir más lejos, es una falacia. ¿Cuál sería la probabilidad de que todos, pero en verdad todos los países aceptaran al mismo tiempo este escenario sin inmutarse, sin ofenderse, sin sentirse amenazados y sin tener la más mínima oportunidad de apretar botones para defender su honor, su riqueza, su población o su soberanía? ¿Cuál es la probabilidad de que todos, absolutamente todos, fueran ajenos, ignorantes y dramáticamente indefensos ante esta pandemia? Es tan absoluto, que resulta imposible, es demasiado perfecta y justo por eso es falaz, porque sencillamente es imposible que una sola de esas potencias pudiera aceptar que se le doblegue y domine de manera tan deshonrosa sin siquiera, – y esto es determinante en el argumento-, creer que existe la enfermedad. Para entenderlo mejor solo basta preguntarse: ¿Qué grado de incompetencia y estupidez humana habremos alcanzado si hasta los dirigentes de los países más poderosos (ya no digamos el nuestro) demeritaban y hasta dudaban públicamente de la existencia o gravedad del virus?
Es por ello que, por eliminación, no por información confirmada, quedaría como la opción más cercana a explicar todo lo que estamos padeciendo, la más simple. Y es: Esto que está ocurriendo, es solo una demostración más de lo insignificante que es el ser humano frente a los caprichos de la poderosa e indomable naturaleza. Punto.
…toda la raza humana somos una especie patética, absurda y contradictoria. Carente de sentido común, egoísta y sin la capacidad natural de la auto-conservación.
¡Cierto que hay intereses! Pero por supuesto que las farmacéuticas están corriendo en este momento por sacar primero la vacuna para incrementar el valor de sus acciones y hacerse de fama y fortuna. Claro que algunos gobernantes manipulan sus cifras y esconden la realidad, de igual modo que otros se aprovechan del conflicto para fortalecer sus posiciones y debilitar las de sus adversarios. Pero también es cierto que, en general, toda la raza humana somos una especie patética, absurda y contradictoria. Carente de sentido común, egoísta y sin la capacidad natural de la auto-conservación. Nuestros hábitos alimenticios, nuestra rutina de vida, la falta de empatía y compasión por los demás, el desprecio por el planeta y nuestra supuesta “superioridad” de pensamiento, que nos debería separar de los demás animales pero que solo nos hace dudar de todo impidiéndonos ver y aceptar la realidad ni cuando ésta nos golpea en la cara, es y será siempre nuestra ruina.
Por eso, antes de que nuestra soberbia nos impulse a apuntar el dedo en todas direcciones para acusar, como siempre, hacia afuera, deberíamos ser honestos, cuestionarnos y auto-evaluarnos como personas dentro de la sociedad de la que formamos parte para entender el verdadero significado y origen de todo lo malo que está pasando.
El coronavirus es un bicho más y no será el último, el caos, lo pusimos nosotros. Esta es una prueba más para la humanidad. Es un desafío directo a nosotros mismos como individuos, como familias, como comunidad, y para los Estados. Analicemos por favor: ¿Qué tan solidarios y generosos somos con el prójimo, con el que padece? ¿Qué tan verdaderamente comprometidos estamos con nuestro país, con nuestro entorno? ¿Somos tan inteligentes, fuertes y preparados como creemos? ¿En verdad respetamos y cuidamos de la naturaleza o nos servimos de ella? ¿Entendemos la diferencia entre lo importante y lo urgente en nuestras vidas? ¿Asumimos nuestras responsabilidades y comprendemos las consecuencias de nuestras acciones y omisiones? ¿Sabemos escoger líderes aptos, sensibles y honestos? ¿Nuestra moderna civilización va por el camino correcto o puede mejorar? ¿Merecemos sobrevivir? ¿Aprenderemos alguna vez de las lecciones que nos da la vida?
Se ve difícil, pero ustedes tienen la mejor opinión.
Octavio C.