5.

El desgastado y viejo sillón rechinaba rítmicamente con el  imperceptible balanceo. Desde él observó la llegada de su ayudante, como una sombra, por la contraluz que ofrecían las amplias ventanas de piso a techo sin cortinas. Entrecerró los ojos para mirarlo mejor y tras saludarlo le ofreció asiento en una silla cercana. Una de las televisiones estaba prendida en el noticiero de la tarde del canal cuatro y el otro en el trece. Ambas televisoras, contrincantes a muerte desde siempre, estaban curiosamente presentando una misma historia con tintes amarillistas y tendenciosos destinados a desprestigiar a una poderosa empresa farmacéutica que pretendía extender sus negocios a los medios masivos de comunicación en radio y televisión. Las negociaciones con el gobierno para el otorgamiento de una licencia de transmisión de un nuevo canal estaban avanzadas gracias a una dura campaña de alerta sobre la necesidad de acabar con los “oligopolios” televisivos a pesar de ser, ellos mismos, parte de otro cerrado oligopolio, pero en la industria farmacéutica. Aquellas absurdas contradicciones divertían mucho a quien mantenía su mano derecha levantada en señal de silencio ya que estaba por terminar la noticia de su interés.

– ¡Parece mentira! – bufó fingiendo gran indignación–. Ahora resulta que están repentinamente preocupados por la salud de los que no tienen para pagar medicinas tan caras…

El que recién había entrado y tomado asiento, sonrió pero como seguía a contraluz su jefe no pudo verlo. No obstante, desde su posición él sí podía observarlo con claridad recostado en su sillón cubierto desde la cintura con un grueso cobertor a cuadros. Vestía todavía su sucia pijama y el humo del puro que aspiraba no se desvanecía de inmediato, quedándose alrededor de su cara, hasta que él lo dispersaba con la mano que se aferraba al control remoto de uno de los televisores.

– Le venía a comentar, Señor, que recientemente nos hemos venido enterando que el nuevo partido, fundado por esos jóvenes, el PRM, ha formalizado alianzas comerciales con empresas que son de su misma propiedad.

– Y eso te parece una novedad…

– No, es cierto, no es nada nuevo, sin embargo, lo curioso es que sabemos, por las declaraciones que hacen de sus recursos, que no están gastando dinero, de hecho, lo poco que gastan lo han sabido manejar de tan buena manera que podría decirse que más bien lo invierten, logrando beneficios notables que en lugar de consumir su presupuesto, lo han incrementado.

– ¿Y para qué quieren ese dinero que no gastan? – alcanzó a preguntar el jefe antes de sufrir un ataque de tos.

– Ese es justo el problema, que no tenemos la menor idea.

– Ay Pablito, me extraña de ti, ya sabes qué hacer…

– Si señor, de hecho, ya ingresó con éxito en el PRM uno de nuestros hombres, y esperamos tener noticias en las próximas semanas. Yo le comentaba esto por que pensé que necesitaba estar enterado de que hay un nuevo grupo, al parecer muy entusiasta, que está haciendo muy bien las cosas y que podría llegar a ocasionarnos problemas en el futuro.

– ¿Manejan sindicatos? – cuestionó preocupado el Jefe.

– No Señor, al parecer se han conformado por una auténtica acción de voto popular.

–  A chingá, eso si esta de preocuparse… Pero bueno, mientras no manejen sindicatos, casi no nos molesta, sin embargo, si está muy sospechoso eso… ¿Quién los dirige?

– Su presidente es un hombre joven, tendría alrededor de los treinta apenas, y que realmente ni hace nada, creemos que es la fachada, se llama Luis Enrique Hernández… Zamorano o algo así, pero el bueno ahí es un tal Francisco González Cermeño… es el que mueve…

– Ah el Senadorsucho ese nuevo… Uno guapito…

– Ése mero…

– Lo he visto… Mhhh. No los conozco a ninguno… ¿de dónde carajos salieron?

– Esa es otra incógnita, el partido se formó en la sombra sin nuestra intervención e incluso sin que nos enteráramos de su intención hasta que nuestra gente del IFE nos comentó que iba en serio su proceso de registro.

– Esa es una falla Pablito… Habrá que tenerlos muy checaditos y tal vez luego hasta hacerles una visita para que sepan como son las cosas en éste país, y que no se nos vayan a salir del guacal… Que no se les vaya a ocurrir pensar que pueden hacer lo que les venga en gana…

– Así es Señor, por eso creí conveniente venir a informarle que ya tenemos un hombre de confianza en su interior.

– Bien hecho Pablito, ahora calla, que van a dar los deportes…

Quince minutos después, cuando Juan Pablo Iturriaga abandonó la casa y se dirigió a su automóvil. Uno de sus guardaespaldas le abrió la pesada puerta blindada y él ingresó. Al instante avanzó seguido por dos camionetas de su escolta ante las miradas discretas y permanentes de guardias de seguridad apostados en los techos y escondidos entre los muchos árboles de aquella gran casa escondida dentro de la gran ciudad.

Pabló observó sin asombro el gran movimiento de elementos en todo el lugar al paso de su vehículo. <<El viejo se está volviendo paranoico, ni que alguien lo quisiera matar… si ni lo conocen>>  pensó mientras las dos grandes puertas en la distancia se abrían para dejarlos salir. De pronto, el teléfono rojo del auto sonó, y antes de que lo hiciera una segunda vez, Pablo Iturriaga contestó:

– Señor Presidente…, en seguida…, correcto Señor Presidente, voy para allá.

…continúa en Capítulo 2-6